IMPORTANTE
- 100% de agudeza visual o unos ojos sanos no es suficiente para tener una BUENA VISIÓN EFICAZ.
- Neurológicamente, en los 6 primeros años de vida, la visión tiene más plasticidad para aprender y ser estimulada.
- Un diagnóstico precoz de un problema visual evita problemas mayores.
- El 15-30% de los problemas de aprendizaje se deben a un problema visual no diagnosticado.
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martes, 23 de febrero de 2010

Testimonio - Jorge no lee como los demás

En esta entrada Rosina Uriate en su blog ESTIMULACIÓN TEMPRANA Y DESARROLLO INFANTIL, explica con palabras sencillas el problema que muchos niños tienen en el colegio en la etapa de aprendizaje de la lectura.
Como no lo habría conseguido explicar mejor, os dejo aquí el testimonio íntegro de una madre:

_____________________________________________________
Una tarde cualquiera en la consulta de Carlos…
  • Madre de Jorge: “Buenas tardes.”
  • Carlos: “Hola, buenas tardes. ¿Así que este chavalote es Jorge? Estás muy alto, ¿no estabas tú en segundo de primaria?”
  • Jorge: “Sí.”
  • C: “Pues seguro que eres el más alto de tu clase.”
  • J: “Casi, Andrés me gana.”
  • C: “¿Te gusta el cole?”
  • J: “No mucho… Me cuesta leer, es muy difícil y la profe me riñe porque lo hago muy despacio y me equivoco siempre.”
  • M: “Leo con él todas las tardes, pero acabamos los dos agotados después de leer tan sólo unas pocas líneas. Conoce bien las letras, pero no acaba de soltarse a leer y cada vez va más atrasado en clase. La profesora está preocupada y nosotros también. Hace poco le llevé a un oftalmólogo y nos dijo que el niño ve estupendamente. Pero una amiga me aconsejó que viniéramos para que le echaras un vistazo.”
  • C: “Habéis hecho bien, vamos a echar ese vistazo. Siéntate aquí Jorge, y dime qué letras ves allí iluminadas en la pared…”
  • J: “M”
  • J: “B”
  • J: “S”
  • C: “Muy bien, ésta ha sido fácil. Las letras han aparecido una por una. Vamos a ver qué pasa cuando salen todas juntas…”
  • J: “M, B, …(silencio)”
  • M: “No lo entiendo, él las conoce perfectamente, ¿por qué no las dice?”
  • C: “Jorge no tiene problemas de agudeza visual, ve perfectamente y conoce las letras por eso las dijo todas cuando aparecieron por separado. Lo que pasa es que sus ojos no trabajan bien realizando los movimientos sacádicos, que son las fijaciones a saltos de izquierda a derecha que son necesarias para la lectura. Le cuesta hacer estos saltos de una letra a otra, a la segunda letra se ha cansado ya del esfuerzo y no ha podido seguir. Vamos a seguir haciendo más cosas a ver qué tal…”
  • C: “Jorge, mira la punta de este bolígrafo mientras yo lo muevo delante de tu cara. No dejes nunca de mirarlo, ¿vale?”
  • J: “Vale.”
  • C: “Lo estás haciendo muy bien, este boli se mueve mucho. No dejes de mirarlo y dime, ¿cómo te llamas?”
  • J: “Jorge”
  • C: “Bien, ¿y cuántos años tienes?”
  • J: “Ahhh… (deja de mirar el bolígrafo para contestar)… Siete”
  • M: “Jorge, ¡has dejado de mirar el bolígrafo!”
  • C: “Sí, es capaz de realizar movimientos horizontales, verticales, diagonales y circulares con los ojos siguiendo un punto móvil, pero esto le supone tal esfuerzo y concentración que no puede contestar a preguntas sencillas a la vez. Por esto no podrá entender lo que está leyendo. Aunque adquiera la mecánica de la lectura, no podrá comprender el texto.”
  • M: “¡Es increíble! Ahora queda claro porque le cuesta tanto leer…! Una cosa más, antes de que se me olvide… él a veces dice que las letras se mueven cuando lee.”
  • C: “Sí, por lo que veo, Jorge tiene una pequeña foria. Es algo así como un estrabismo, pero no se nota exteriormente. El cerebro debe ser capaz de fundir con comodidad las dos imágenes de los dos ojos y crear una sola. Jorge lo hace, pero con mucho esfuerzo, por lo que se cansa, y cuando esto ocurre deja de ver una sola imagen y las letras se mueven.”
  • M: “¿Y qué podemos hacer?”
  • C: “No te preocupes, os voy a dar unos sencillos ejercicios. Es como una gimnasia ocular. En unos pocos meses Jorge estará como nuevo y listo para leer. Os daré cita para dentro de dos meses y entonces decidiremos si hay que seguir o lo dejamos ya ahí.”
  • M: “Muchísimas gracias, hasta entonces.”
  • C: “Adiós. Y no te olvides de hacer los ejercicios todos los días.. ¿eh, campeón?”
  • J: “No me olvidaré, lo prometo.”

Esta conversación es real, aunque los diálogos no han sido reproducidos de forma exacta. Jorge tiene otro nombre, pero es un niño real, que después de dos meses sólo necesitó otro mes más de reeducación ocular para ponerse a la altura de sus compañeros de clase en cuanto a lectura se refiere. Al cabo de dos años volvieron a ver a Carlos pues las letras de nuevo se movían cuando él se sentía cansado o algo débil. Volvieron al programa de ejercicios durante otros dos meses y fue dado de alta definitivamente.
Carlos también es un personaje real, y ése es su verdadero nombre. Es optometrista y muy bueno, por cierto (en Barakaldo – Bizkaia).
El oftalmólogo es un médico que se ocupa de la salud ocular y del órgano del ojo en sí. Nos dirá si los ojos de nuestros hijos son sanos, o si sufren de miopía, etc.
El
optometrista, en cambio, es el profesional que se dedica al estudio del funcionamiento del ojo. Es esencial que los ojos funcionen de forma adecuada y cómoda para que los niños puedan leer sin realizar un esfuerzo añadido y con resultados considerados óptimos. Esto no es lo habitual en los niños que muestran problemas de inmadurez en su sistema nervioso, por lo que se hace necesaria la visita al optometrista en todos los casos de niños con dificultades, sobre todo los que las acusan en las tareas escolares.
Éste es mi pequeño homenaje a Carlos Pereda y a todos los optometristas infantiles, cuya labor es aún desconocida para la mayoría y tan necesaria para tantos niños.
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'Jorge' por aquel entonces, con 6 años, tenía verdaderos problemas en su lectura. Su tutora en aquel momento llegó a decirle a su madre que "no se hiciera ilusiones de que su hijo pudiera estudiar algún día". Sus problemas de lectura no eran los únicos, Jorge además tenía déficit de atención, lo cual complicaba el aprendizaje un poco más. “Leer dos líneas era tan agotador como correr dos kilómetros, yo acababa igual”- me decía la madre.

Toda esta andadura comenzó a los 4 años de Jorge, realizando terapia de organización neurológica combinada con Doman, Integración Sensorial y reeducación auditiva de Berard. En aquella exploración neurológica le comentaron a la madre que el niño "tenía muy pobre respuesta ocular", algo que no comprendió en ese momento pero que luego lo vio muy claro. A los 6 años acabaron en la consulta del optometrista funcional Carlos Pereda. “Este profesional nos ‘abrió los ojos’ nunca mejor dicho... Vimos todos los problemas que tenía el niño para leer y todo tuvo por fin una explicación”.

Después de los 3 primeros meses de terapia visual “Mi hijo se lanzó a leer como si lo hubiese hecho toda la vida. No es que le gustase ni empezase a sacar buenas notas en el colegio, pero su rendimiento mejoró muchísimo y la tutora nos dijo que nunca había presenciado un cambio tan grande en un niño durante un curso (esto fue en 2º de primaria tras la terapia visual y auditiva).”

Después de ponerme en contacto con la madre de 'Jorge', 9 años más tarde, tras aquellos problemas de lectura, y tras seguir trabajando sus problemas generales de lateralidad y desarrollo neurológico (reflejos primitivos) con Terapia de movimientos rítmicos (TMR), la madre me decía : “Hoy mi hijo saca buenas notas (media de notables) en 4º de ESO. Hasta 2º de ESO (hasta acabar con la TMR) teníamos que estudiar con él y pelear el tema de los deberes durante horas. Ahora es autónomo y estudia solo. Es verdad que para hacerlo suele estudiar en la bici estática (te recuerdo que mi hijo ha sido hiperactivo) o copiando las lecciones escribiéndolas. Muchas veces estudia con música (no tranquila, sino de la "cañera" que le gusta a él)”.

La terapia visual que hizo Jorge en su momento era funcional no comportamental, trabajó muchas áreas, no sólo la visual, pero a día de hoy la madre me dice: “Sé que el sistema visual no está del todo bien. Pero él saca buenas notas, funciona autónomamente y es de los mejores alumnos de su clase. A pesar de esto, sé que sigue haciendo un sobreesfuerzo y esto me da mucha rabia.”

Esto nos indica que Jorge trabajó de manera aislada cada área: visual, motora, neurológica, auditiva, etc. pero no se comprobó que todos los sistemas estuvieran bien equilibrados unos con otros; es decir, que la información visual estuviera equilibrada con la de los demás sentidos. De esta manera se consigue automatizar los nuevos esquemas para poderlos llevar a cabo en la vida diaria sin ningún gasto de esfuerzo adicional.
Seguramente Jorge, antes de la terapia visual, tenía que esforzarse mucho y no veía los resultados en el colegio; aprendió qué es lo que debían hacer sus ojos para rendir mejor de una manera óptima, pero aún así, no integró esos esquemas; dicho de otra manera, el cerebro no automatizó lo aprendido, y él sigue haciendo sus actividades del día a día, con menos esfuerzo que hace años, pero no fácilmente.

Casos como el de Jorge requieren mucho esfuerzo durante la terapia, por parte del niño y por parte de los padres. Porque las terapias son largas y a veces las fuerzas y ganas flaquean. Pero merece la pena cuando ves que tu hijo mejora en el cole, cuando ves que ya no necesita tanto tiempo para estudiar y puede jugar, cuando él mismo disfruta yendo al colegio, cuando coge los estudios por él mismo y no porque se lo manden…


Esta entrada puede tomarse como una 'petición' hacia tantos profesores que no reconocen el esfuerzo que muchos niños hacen diariamente en el colegio. Para que no infravaloren su trabajo, su tesón y su capacidad para un futuro. Para que no minen su autoestima diciéndoles que no sirven para estudiar.
Muchos de esos niños con más esfuerzo que los demás, consiguen labrarse un futuro, pero todos aquellos que no lo consiguieron posiblemente fue porque “se creyeron lo que les dijeron” y no demostraron que no era verdad.

Respetemos el primer DERECHO VISUAL DEL NIÑO:

“El derecho a que no se burlen de él, le cataloguen de ‘vago’, ni menosprecien su esfuerzo, simplemente porque no consiga llegar al nivel de sus compañeros, y sin que los mayores lleguen a valorar que pueda tener un problema visual causante de su comportamiento.

El derecho a que nadie le haga sentir inferior por el simple hecho de padecer un problema visual tratado no tratado. Por tanto, el derecho a que si tiene un problema visual que afecta a su rendimiento escolar, sea detectado lo antes posible y reciba el tratamiento visual más adecuado a él.”



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martes, 16 de febrero de 2010

Entonces, ¿cuándo introducimos la lectura?

De las dos últimas entradas mi conclusión es que dependiendo del método de enseñanza de la lectura que se emplee, el niño puede aprender a leer a cualquier edad; sin que por ello perjudique al niño estimularle cuando es un bebé, o retrasar la lectura hasta la edad de 6 años.

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EN RESUMEN:

Método Doman: Es puramente visual.
Sólo necesita que el niño asocie imagen –palabra –sonido de la palabra.

POR TANTO, PUEDE EMPLEARSE CON UN BEBÉ.


Método tradicional: Es puramente perceptual: decodifica símbolos, y les da significado y comprensión.
Entre otras cosas:
  • Necesita aprender un razonamiento lógico (reglas de las sintáctica): aprender las letras, los fonemas, cómo se forman las sílabas y las palabras.
  • Necesita desarrollar el proceso visual de la lectura (desarrollar ciertas habilidades visuales y perceptuales).
  • Necesita tener conocimiento de su esquema corporal, de su lateralidad y de la direccionalidad.

POR TANTO, DEBE EMPLEARSE DESDE LOS 6 AÑOS, CUANDO YA SE HAN DESARROLLADO TODAS ESTAS “NECESIDADES”.

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Hay que tener en cuenta que utilizar el método Doman en un niño de más de 6 años es más complicado porque a partir de esa edad ya no aprende igual.

El acto de leer, cuando se ejecuta con el hemisferio derecho, está basado en técnicas visuo-espaciales y holísticas, por ejemplo palabras enteras o el método “ver-decir”. La lectura desde el hemisferio izquierdo implica decodificar símbolos individuales, construir palabras a partir de letras y estructuras basadas en la fonética.” (Sally Goddard, “Reflejos, Aprendizaje y Comportamiento)

Lo que esto quiere decir es que debido al desarrollo de nuestro cerebro, antes de los 6 años nuestro hemisferio derecho domina sobre el izquierdo, por tanto, nuestro aprendizaje es global y es más fácil aprender por imágenes (por el método DOMAN). Pero después, según se ha ido desarrollando el cerebro, el hemisferio izquierdo domina en su afán por analizar toda la información que recibe, y el niño ya no verá una palabra, sino un conjunto de letras sucesivas. Es cuando el hemisferio izquierdo está preparado para desarrollar su capacidad para el lenguaje. Entonces es cuando comienza el silabeo, algo necesario para aprender a leer de forma tradicional y leer por primera vez palabras desconocidas. Pero si el niño tiene facilidad para la lectura y está familiarizado con ella, pasará por la etapa del silabeo con facilidad y rapidez, por tanto, el método Doman a edad temprana puede ayudarle.

Cuando ambos hemisferios colaboran (se ha desarrollado bien el Cuerpo Calloso –la sustancia blanca que une ambos hemisferios-) en el trabajo de la lectura, es cuando, además de ver cada letra que compone la palabra, vemos la palabra en sí como una unidad, y podemos leerla con seguridad y la velocidad necesaria, sin silabear […]


En el caso de los disléxicos prefieren métodos de aprendizaje que emplean el hemisferio derecho (imágenes). Cuando escriben o leen tienen dificultad para aplicar técnicas del hemisferio izquierdo.


En definitiva, cualquier método es correcto aplicado en su edad correcta; pero he de reconocer que como el método Doman no es tan común y los resultados se pueden ver en unas diminutas personitas que apenas se sostienen en pie, es más admirable y sorprendente, aunque posiblemente a los canijos no les cueste nada de esfuerzo, sólo es un juego para ellos.


De nuevo, ¡¡¡¡¡¡el cerebro es increíble!!!!!!


Asombraos de cómo Felicity aprende fácilmente a leer desde los 12 meses y medio:




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jueves, 4 de febrero de 2010

Introducción de la lectura por el método tradicional. Influencia Visual.


Mediante el método fonológico o silábico lo que el niño hace es seguir un proceso puramente perceptual: por un lado, decodifica símbolos, y por otro, da significado y comprensión a esos símbolos.
Tiene que “desarrollar habilidades para decodificar la palabra escrita, con el fin de encontrar su equivalente en la palabra hablada”. En consecuencia, requiere haber desarrollado un razonamiento lógico para entender las reglas sintácticas.


Por otro lado, cuando el niño ya es capaz de leer palabras en un texto, visualmente para poder hacerlo es necesario que siga este proceso:
  • Alinear ambos ojos en el mismo punto, simultáneamente y con precisión.
  • Enfocar ambos ojos para conseguir que el texto se vea claro.
  • Mantenerlo claro de manera prolongada mientras dure la lectura.
  • Mover ambos ojos coordinadamente, de forma continua, a lo largo de la línea de texto.
  • Procesar la información leída para obtener su significado, mediante la visualización de las palabras en imágenes y la memoria que nos da nuestra experiencia.
Cuando mueve sus ojos a la siguiente línea, comienza de nuevo el proceso.

(Más información en inglés)


Este proceso visual (junto con su capacidad de razonamiento lógico y de entendimiento de las reglas sintáticas), debe estar totalmente desarrollado a la edad de 6 años. Si alguna de estas habilidades visuales falla o se ha desarrollado mal, hará que el niño:
  • Mueva la cabeza excesivamente
  • Se pierda frecuentemente cuando lea o copie
  • Omita palabras cuando lea o copie
  • Se salte líneas cuando lea
  • Use el dedo, un boli o cualquier cosa que le sirva de marca para no perderse
  • No entienda lo que lea
  • No pueda memorizar lo que lea
  • Relea palabras o líneas inconscientemente
  • Verbalice en voz baja lo que lea
  • Sea un lector lento para su edad


Básicamente, la lectura es un sistema complejo de una relación constante entre nuestra retina central y nuestra retina periférica


¿Qué quiere decir esto?

Partimos de que:
  • La retina central es una pequeña área formada por la zona de máxima visión y es la que nos proporciona una imagen clara de lo que vemos.
  • Y la retina periférica, por el contrario, es el resto de la retina, donde se percibe todo lo que está alrededor de lo que miramos y se percibe ligeramente borroso.

Cuando leemos, estamos en una palabra (miramos la palabra y la aclaramos) y después queremos ir a otra. Para hacer esto funciona la retina periférica. Mi retina periférica tiene que decirme dónde tengo que llevar este sacádico (o salto), es decir, tiene que hacer un pequeño juicio espacial para que mis ojos hagan el salto correctamente de palabra a palabra. Entonces hago esta programación y calculo “2 milímetros” a la derecha. Se programa el sacádico, y si la programación ha funcionado bien, salto justo en la siguiente palabra.
Cuando paro y hago la fijación (miro la siguiente palabra), la retina periférica se apaga entonces, y la retina central se enciende, y se pregunta “¿Qué palabra es ésta?”, y la digo (mentalmente o en alto). Entonces, la retina central se vuelve a apagar, y de nuevo se enciende la retina periférica para hacer el siguiente salto a la siguiente palabra… Así sucesivamente.

La retina periférica nos dice dónde saltar a la siguiente palabra,
y la retina central nos dice qué palabra es.

La edad a la que un niño debe tener buenos movimientos oculares:
  • sacádicos (saltos de un estímulo a otro),
  • seguimientos (seguir un estímulo en movimiento),
  • y fijaciones (fijar en la palabra a leer);
y debe estar preparado para leer de manera tradicional, es a los 6 años. Sin embargo, el problema está en ¿a qué edad se le pide a un niño que lea? Si no se le pide que lea antes de los 6 años (de la manera tradicional, repito), no habrá ningún problema; pero desgraciadamente eso no ocurre y antes de los 6 años la oculomotricidad no se ha llegado a desarrollar completamente. Es un problema porque cada vez se introduce más pronto la lectura tanto en España, en EEUU y en muchos otros países, sin estar el niño preparado.

No hay nada malo en que un niño se ponga a leer, si está preparado para leer. PERO, si se le fuerza a algo para lo que no está preparado, ya está creándose en él un sentimiento de fracaso.



Para hacer una lectura cómoda, los ojos deben de hacer sacádicos y fijaciones correctas, acomodar bien y converger bien, así la mente puede estar en lo que se está leyendo y concentrarse en el tema del libro y entenderlo. De esta manera, la lectura puede durar más, porque está cómodo leyendo.



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